Dio en la “tecla” con el básquet

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La entrenadora Georgina Fornetti es más conocida en el ambiente como Yoryi. “Siempre lo escribí así. De hecho, mis padres (Adriana y Daniel) me quisieron poner ‘Yoryina’, pero en el registro no los dejaron”, indicó. Ella es una de las tantas luchadoras de la pujante actividad femenina y trabaja a destajo para mantener prendida la llama que tanto costó volver a encender. Porque, merced a una planificación suya presentada en 2014, las chicas pudieron volver a tener su espacio en Santa Fe 51 después de muchos años… Y para Yoryi, sus dirigidas son su debilidad, al igual que el club Estudiantes. En poco tiempo, consiguió mucho: viajó a capacitarse a Estados Unidos, participó de seleccionados bahienses, completó el curso de ENEBA 3, dirige equipos mixtos y continúa perfeccionándose. Va por más. Suma éxitos y sigue. No se conforma. Ni tampoco deja de soñar. Como ese anhelo que gira por su cabeza y tiene como última estación a Europa. Fuera del deporte de los cestos, pueden sorprenderse con su lado B. ¿O se la imaginan tocando el piano?…

“Termino con la clase de zoom, del curso de capacitación en Gestión Deportiva, y me libero”, avisó al momento de acordar la entrevista.

Así es la esencia de Georgina Fornetti: hiperactiva, apasionada, siempre encendida, paciente, queriendo progresar y sin estancarse.

Yoryi (31 años) ahora es entrenadora, pero fue jugadora. Siempre estuvo en el deporte. Mayormente junto al básquetbol. Tiene vocación. Y crece a pasos agigantados.

Emana devoción por sus dirigidas. Y, ni que hablar, por Estudiantes. Es su lugar en el mundo. Aunque los sueños la lleven lejos, muy lejos. Porque para eso están los sueños, para concretarlos.

-¿Por legado familiar era imposible esquivar al básquetbol?

-Estoy relacionada al básquetbol desde que nací. Siempre toda la familia estuvo involucrada desde cuando eran chicos, ya sean mi abuelo, mi papá, mis hermanos (Luciano y Matías)… Es como un legado. Siempre vi básquetbol, aunque me empecé a relacionar ya más de grande.

-Pero desde que eras chica se te veía en el Casanova.

-Sí, siempre estábamos en el club. Hasta esos momentos iba a la pileta, mi papá estaba en la comisión, mis hermanos jugaban… Después, en una época hice vóleibol porque no había básquetbol. Y yo quería jugar al básquetbol… Y empecé a jugar a los 14, o intentaba jugar… Ya a los 17 empecé a involucrarme como entrenadora, hasta ahora.

-¿Tuviste mucho que ver en la resurrección de la rama femenina en el albo?

-Presenté un proyecto en Estudiantes, en 2014. Ahí empezamos a trabajar en el Femenino. Sé que muchos años antes hubo actividad con Vivi (Albizu), pero después nunca más. En el verano había una escuelita y yo entrenaba, así que después de haber estado en Barracas presenté un proyecto para ver qué posibilidades había en Estudiantes. Lo aceptaron y, si bien era a largo plazo, me dieron el OK para arrancar con la escuelita femenina. Y acá estamos.

-Bien. O sea que lo primero tuyo con las chicas, fue en Barracas.

-Sí. Ya en Sportivo Bahiense estuve muy poco tiempo ayudándole a Vivi (Albizu) con las menores, porque me había ido a jugar ahí. Después me pasé a Barracas y era asistente de (Gabriel) Mérida. Ahí me involucré un poco más y después volví a mi club.

-¡Tuviste gran éxito en apenas 6-7 años!

-La verdad que, a veces, me pongo a pensar, miro para atrás y todo lo que logramos en tan poco tiempo, es un montón. Ya pudimos jugar Argentino de Clubes que, cuando arrancamos, ni lo pensábamos. Eran proyectos a muy largo plazo.

¿Enseguida fueron sumando más y más chicas?

-Las chicas que hoy están en Primera, son las que arrancaron el proyecto siendo chiquitas. Al principio, me acuerdo, solo teníamos las nenas que eran hermanitas de los varones que jugaban en el club. Después se abrió el panorama y llegaron chicas más grandes, que habían dejado de jugar, pero no eran grandes de edad. Ahí planteamos en el club la chance de presentar alguna categoría, reuniendo a todas las chicas de diferentes edades que teníamos. Así que armamos un grupito para competir en U17. Ese primer año nos costó mucho, porque había nenas que recién arrancaban, pero a medida que pasó el tiempo fueron viendo los cambios. Las chicas nuevas se adaptaron re bien.

La única bahiense

-¿Paralelamente seguías formándote como entrenadora?

-Sí. Hice los cursos de ENEBA y sorprendentemente tuve la posibilidad de irme a Estados Unidos por una beca, algo que fue impensado.

-Resultó algo que te marcó, ¿no?

-Sí, la verdad que sí. Te cuento: llené el formulario el último día, porque en mi casa me decían que no iba a perder nada en mandarlo. Pero yo creía que iba a ser difícil que, al elegir a 12 chicas de toda la Argentina, justo me llamaran a mí. Pero, bueno, lo cierto es que a última hora lo completé y me olvidé… Para marzo me llegó un mail diciéndome que había quedado preseleccionada entre 30 chicas de Argentina. Me entrevistaron: solicitaban que haga una biografía mía, explicar cómo estaba relacionada con el básquet, mis logros… Y yo en ese entonces, hace 4 años, recién arrancaba. Pero puse lo del proyecto del femenino en Estudiantes, que la idea era que fuera creciendo y quedaron en comunicarse… El 19 de abril, dos días después de mi cumpleaños, me avisaron que había sido seleccionada para viajar. ¡No lo podía creer! Leía el mail y no lo entendía… Como dos días después, lo vuelvo a leer, justo estábamos cenando y recién ahí me hicieron entender de que estaba entre las 12 para ir a EE.UU. ¡Esto no puede ser! Repetía y repetía (risas). En julio viajábamos.

-¿El objetivo era un perfeccionamiento intensivo?

-Sí, era una capacitación que estaba relacionada con el básquetbol femenino y con el género.

-¿Fuiste solamente vos de Bahía Blanca?

-Sí, fui la única. Había chicas de Córdoba, dos de Capital, una de La Plata, Córdoba, Santa Fe, Mendoza y Trelew.

-¿Y en qué ciudad trabajaron?

-La capacitación fue toda en Washington, dependiendo de la Universidad de George Mason. Fueron días de mucho básquetbol, de mucho aprender de la cultura de ellos, de cómo se relacionan con el deporte… También de la importancia que le dan al género, siempre tratan de buscar que sea igualitario y también estuvimos con la selección estadounidense sobre silla de ruedas.

-¡Qué linda experiencia!

-Sí, buenísima. También estuvimos en otras universidades viendo cómo trabajan, en algunas academias deportivas… Fueron 15 días a full.

-¿Te manejabas con el inglés?

-Más o menos. No mucho, lo justo y necesario. Entiendo bastante, pero casi no lo hablo. Igualmente teníamos traductora las 24 horas. Y en las capacitaciones había varios profesores y entrenadores que hablaban español.

-Entiendo. Ese viaje resultó como un máster para vos.

-Sí, pasaron 4 años y todavía no lo puedo creer. Con las chicas que viajamos, antes de volar estuvimos una semana en Buenos Aires por el tema de la visa de viaje de estudio y todo eso… Mientras estuvimos ahí, hablábamos entre nosotras y ninguna lo podía creer. Aparte, era todo pago, no tuvimos que pagar absolutamente nada. Por ejemplo, mi traslado a Capital me lo pagó la embajada de EE.UU. Pero hasta que no pisamos EE.UU no lo creímos. Allá nos estaban esperando con un “cartelito” en el hotel, teníamos nuestro lugar aparte para desayunar… Fue algo soñado.

-¿Eso te generó contactos?

-Sí, con las chicas quedamos en un grupo de ex becarios del programa y siempre estamos en contacto. Nos hicieron presentar un proyecto cuando todo finalizó, el cual nos involucraba a todas.

-¿Hay alguna posibilidad de repetir la vivencia?

-Con las chicas siempre charlamos en el grupo de WhatsApp, hacemos como una «terapia» y tenemos ganas de presentar un proyecto. Ya cuando estuvimos en EE.UU tiramos la idea de ver si podía hacerse algo así pero en Europa, alguna capacitación… Y nos dijeron que podía darse, que presentáramos la inquietud.

Ver para creer

-¿Cómo evaluás a la Yoryi de hoy, comparada con la de 2014?

-Cuando arranqué no sabía nada… Hoy no sé mucho más, porque creo que necesito aprender muchísimo y me falta un montón. Aunque también pienso que logré un montón, que cuando me siento y me pongo a ver o a leer todo lo que logré, no lo puedo creer. Es como mucho en tan poco tiempo.

-Tal cual. Y me imagino que, además, te enorgullece ver el progreso de las chicas desde que empezaste a dirigirlas.

-Sí, eso es lo que más me llena de orgullo: ver a las chicas que hoy en día son U15 y las cambio para jugar en U17 y pueden jugar… Y pensar que arrancaron cuando tenían 6 años, ver como progresaron… A veces me mandan videítos de cuando eran chiquitas y verlas ahora, están re grandes, no se puede creer…

-Es que, probablemente, muchas te vean como a una segunda mamá o a una tía, aparte de entrenadora…

-(Risas) Sí. Por suerte me llevo muy bien con ellas. Las más chiquitas las tengo desde los 6 años y crecí junto a ellas. A las más grandes, que hoy están en U19 y juegan en Primera, siempre se los digo: lo que logré, fue gracias a ellas. Todo lo que crecimos fue juntas, a la par.

-¿Evaluaste dirigir varones? ¿Te costaría o ni te interesa?

-En Estudiantes me dieron la posibilidad de dirigir U13 mixto ya en 2019. La verdad que me gusta dirigir mixto o varones. Este año sigo con U13 y tengo más nenes que nenas. En diciembre siempre trabajo con escuelita de nenes. Y sería un desafío re lindo el día de mañana dirigir un equipo netamente de varones.

A no aflojar

-¿Viviana Albizu fue una referente para todas las entrenadoras que vinieron después, como es tu caso?

-Sí, ella siempre fue una referente del Femenino y la impulsora de que la actividad estuviera como sea. Cuando estuve en la primera selección de Bahía, como asistente, me llevó Vivi. Y ese mismo año, en 2014, fuimos a un campeonato Argentino y fue muy lindo.

-¡Te pasaron muchas cosas lindas de golpe, Yoryi!

-Sí, todo junto. Y ahora con este paráte tan largo es como que me falta algo. Pero ya casi estamos trabajando con normalidad, más allá de los protocolos. Vamos al club todos los días con el equipo completo. Era re difícil cuando hacíamos solo técnica individual. Igual, en la cuarentena, todos los días trabajábamos por zoom, me las tenía que ingeniar y buscar cosas para conectar a las chicas. Es re difícil por zoom, aburrido y complicado, a nadie le gustaba, pero igual se motivaban y estaban dos horas conectadas. Otra no quedaba. Era eso o nada.

Hay que competir

-¿Los resultados siempre mandan o se va más allá de ganar o perder y se apunta a seguir evolucionando?

-Es medio difícil eso. En U15 jugamos con varones y no siempre se puede ganar contra ellos. Pero, más allá de las chicas, soy muy competitiva y no me gusta perder ni a las cartas. De hecho a mi sobrinita postiza de 7 años siempre le quiero ganar…

-¿Y en Mayores?

-Las chicas siempre quieren ganar, son competitivas y entrenando también quieren ganar, buscando llegar a su más alto nivel. Siempre quieren más. No nos da lo mismo ganar o perder. Si perdemos nos enojamos mucho, aunque al otro día vemos qué se hizo mal y buscamos mejorarlo para el próximo partido.

¿Se arma una banda?

-¿Cómo es la Yoryi fuera del básquetbol?

-A la Yoryi fuera de básquetbol no le quedan muchas horas, al tener a cargo cuatro categorías. No tengo mucho tiempo libre (risas). Hace mucho tiempo había arrancado a estudiar Licenciatura en Turismo. Hice tres años y lo dejé porque me aburrió. No fui más.

-¿Te interesa alguna otra cosa?

-Hice unos cursos de masajista descontracturante y deportivo. Es como un hobbie y a veces laburo de eso. Tengo la camilla, todo, pero no me puse de firme como para que sea un complemento. Lo tengo ahí y a las chicas casi siempre les hago. Antes de la pandemia trabajaba de eso a la mañana y a la tarde estaba en el club. Cada tanto hago algún curso como para no perder el hilo.

-Está muy bien.

-Otra que sé hacer es tocar el piano.

-¿¡Qué!?

-(Risas) Sí. Hace mucho que mi abuelo me enseñó, cuando era más chica y también hacía mucho que no tocaba.

-¿Tenés un piano propio?

-Tengo un órgano, así que en la pandemia arranqué a tocar de nuevo, a explorar la música.

-¿Es algo que después perfeccionaste?

-Mi abuelo, cuando era joven, daba clases en el Conservatorio y él me enseñó. Me re gusta y es un cable a tierra. Ahora quería buscar algún curso para hacer porque me interesa. Le saqué un poco de tierra al órgano, que lo tenía abandonado… (Risas).

-¡Tal vez a partir de esta nota te llaman de alguna banda!

-(Risas) ¿Quién te dice? Capaz salgo tocando el piano en la tele y abandono el básquetbol jajaja…

-¿Y qué ritmos preferís?

-De todo, porque me gusta mucho la música. Me gustan todos los géneros, puede ser de cumbia a un tango. A mi hermano Luciano también le gusta la música y tiene un bajo, pero soy la única que toca el piano.

-¿Y las chicas saben de esto?

-(Risas) Creo que no, se están enterando en este momento.

-¡Prepárate para el próximo asado o juntada!

-(Risas) Igual, en el equipo tengo a varias que les gusta la música también y tocan la batería, la guitarra, cantan… Así que capaz que mañana armamos una banda y salimos por ahí.

-¿Algo más para sorprender?

-Sí, nada que ver a nada, pero también hago uñas. Estoy con manicuría con las chicas de “somos hermanas”, así están en las redes. Me compré todo, ellas son mis amigas y hacen cursos. Me insistieron para que aprendiera y en la cuarentena lo hice. También lo tengo ahí, como hobbie, de vez en cuando hago turnos, pero no es como el básquetbol.

-¿Y qué es lo que soñás?

-Sueño llegar a lo más alto que pueda con el básquetbol, estar en un nivel profesional o irme a Europa. En lo personal, me gustaría casarme y formar una familia, pero más adelante. Ahora tengo otras metas, quiero meterle y capacitarme en el básquetbol.

Es que ahí es donde Yoryi, parece haber dado en la “tecla”.

 

 

Luciano Mutti

Nació el 5 de febrero de 1975, en Bahía Blanca. Periodista deportivo. Ex diario La Nueva. (21 años) y Revista Encestando (10). Escribe para Gente de Básquet desde agosto de 2016.

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